Acredita una de las Estrellas Michelin en Asturias y la merece con creces. Los platos reflejan creatividad de alto nivel, combinando sabores a la perfección, sin olvidar los guisos regionales de toda la vida.
La carta varía tres veces al año, siempre atentos a los productos de temporada de las cuatro estaciones.
Algunas propuestas sublimes son el sashimi de bogavante, el bocado de anchoas sobre crujiente y verduras escalibadas o el tartar de atún rojo coronado por caviar.
Los clásicos como la lubina al Champagne y el rosbif con parmentier nunca fallan. Los postres son excepcionales.
Merece la pena apostar por el Menú Degustación para disfrutar matices deliciosos en siete pequeñas raciones.
Otras alternativas sin fallo son los cuatro pases de la mejor representación de la cocina tradicional asturiana o las catorce degustaciones de los más exclusivos manjares del Cantábrico.
Una idea recomendable es reservar un tiempo previo en la barra para refrescarse con una cerveza acompañada por unas deliciosas croquetas de jamón ibérico.
Isaac Loya lidera con maestría un equipo de trabajo que dispensa a los clientes un trato magnífico.
El local es precioso. Luminoso, con unas enormes cristaleras que favorecen las vistas maravillosas a la kilométrica playa de Salinas.
Las mesas están perfectamente distribuidas, separadas por amplios espacios que permiten intimidad a los comensales.
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