Burdeos es una ciudad que enamora a primera vista por su espectacular arquitectura, el ambiente en las calles peatonales del casco histórico, el bullicio en las terrazas y el maravilloso paseo fluvial por la zona del Palacio de la Bolsa.
Burdeos se puede calificar como la Sevilla francesa. Hasta el puente que atraviesa el impactante río Garona se parece el Puente de Triana.
Sus vinos y gastronomía suponen un atractivo añadido. Hay incontables brasseries y bistrós para elegir.
Un restaurante recomendable que descubrimos por casualidad es L´avant comptoir du palais (El mostrador de palacio). El local se encuentra en una de las zonas con más paso de Burdeos, cuenta con un interior acogedor y una terraza informal con barriles.
L´avant comptoir du palais es ideal para compartir platos, embutidos, quesos y raciones que combinan algunas propuestas ligeramente elaboradas.
La oreja en tiras con pimientos y los tacos de cerdo a baja temperatura son opciones exquisitas. El foie gras es un acierto seguro. La mantequilla con sal que sirven como aperitivo, una perdición.
Hay hasta arroz con leche de postre, distinto al asturiano, pero que está muy rico y acompañan con unos chips de frambuesa.
La carta de vinos es extensa. El tinto que nos ofreció la casa, con buena relación calidad-precio, estaba muy bueno.
Francia tiene una hostelería muy cara, especialmente las bebidas alcohólicas, y al menos en L´avant comptoir du palais no se dispara la factura.
Por cierto, si queréis llevar los típicos Canelés de Burdeos os recomendamos comprarlos en una boulangerie o panadería artesana. Son mucho más ricos y más baratos a los que ofrecen en la multitud de tiendas comerciales de la zona turística.
Los canelés tienen la apariencia de una magdalena pero por dentro son esponjosos y por fuera caramelizados con un toque de vainilla y ron. Una delicia.
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