Casa Aurora es uno de los rincones más curiosos de Gijón que no ha cambiado su estética desde que Aurora Canal abrió sus puertas en 1954.
El local, cumplidos los 70 años, ahora está conducido por la tercera generación encabezada por los hermanos Viti y Joaquín Valderrey Barbero. Ambos atienden a los clientes aunque echan una mano en los fogones a Elena Morilla, cocinera y esposa del primero, si hace falta.
El local, con todas las “incomodidades” del mundo, es uno de los favoritos de personas de toda procedencia, condición y profesión de la ciudad y foráneos bien informados.
La barra es mínima y en el bar solo hay cuatro mesas para comer o cenar. La terraza es un maravilloso caos decorativo y una delicia en verano.
El éxito de Casa Aurora está en el carácter genuino del escenario y en que todo lo que sale de una minúscula cocina está para chuparse por dedos.
La carta es reducida pero los fans buscan siempre lo mismo que da para varias visitas: anchoas, ensaladilla con ventresca de bonito, tomate asturiano aliñado (solo en agosto y septiembre), tortilla de patata o de chorizo, croquetas, pimientos del piquillo, carrilleras, callos o huevos fritos con patatas, lomo, jamón ibérico o chorizo. Siempre hay alguna propuesta fuera de carta.
Por encargo preparan otros platos fantásticos como pitu de caleya, bacalao al pil pil o buñuelos de chorizo.
Si vas con prisa, apuesta por un bocadillo de chorizo frito. Te vas a desmayar solo con el aroma que sale de la sartén.
De postre siempre disponen de varios quesos asturianos y arroz con leche casero. Los helados son de La Ibense. Magnífico el corte de turrón y el bombón de crema de nata.
Otra sorpresa agradable son las escogidas referencias en vinos y es un paraíso para los amantes de las cervezas. También hay sidra Acebal y El Carrascu. El cava es AT Roca. También disponen de varias ginebras Premium.
Casa Aurora es un viaje al siglo pasado. Siegue manteniendo su espíritu y ambiente marcado por el Sporting –hasta la calle se llama así- y el Grupo Covadonga. Se encuentra a un paso de El Molinón y en sus albores, cuando la familia vivía en esa misma finca, llegó a ser taquilla y vestuario del estadio.
Todo está brutal y los precios son muy ajustados. Imprescindible reservar. Cierran sábados y domingos, excepto los días de partido del Sporting aunque sin servicio de cocina.
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