Se anuncia en su página web como «Un paraíso a pie de playa» y, aunque suene pretencioso, no van descaminados si todo sale bien. Y lo cobran…
La ubicación es magnífica: a la orilla de la kilométrica playa de Maspalomas, debajo del Faro, y a un paso de la lujosa zona de Costa Meloneras plagada de restaurantes y tiendas de primeras marcas.
El Senador dispone de una barra y terraza para el aperitivo espectacular. Ideal para tomar el sol con una cerveza fría, a precios de Ibiza pero incomparable con los chiringuitos cercanos. Si coincide un día soleado y sin mucho viento (calima), el recuerdo será imborrable, lo que afortunadamente se repite con muchísima frecuencia. Se recomienda ir al mediodía para disfrutar a plenitud del escenario.
Las instalaciones son enormes, con mesas interiores y exteriores y una carta amplísima: numerosas entradas para compartir, todo tipo de arroces, pescados, carnes… además de ensaladas, pasta o pizzas para los más pequeños o paladares menos exigentes. Entre sus propuestas tiene unos chopitos riquísimos, un arroz a banda sublime y fantásticos pescados a la sal.
Estamos ante una propuesta con precios altos pero, claro, la situación, la calidad del producto y el servicio es notable. Hay que pagarlo.
Hemos repetido varias veces y ponemos una pega: los camareros trabajan con una PDA que envía una orden inmediata a la cocina. Casi nada más pedir la consumición ya la tienes en la mesa. Este detalle provoca un ritmo altísimo, incluso frenético, que puede agobiar al comensal cuando está buscando tranquilidad. En una ocasión nos trajeron el segundo plato sin terminar el primero y, obviamente, la mayoría de los clientes están de vacaciones y no tienen prisa para ir a la oficina… ¡Keep calm! Un apunte a mejorar que en ningún caso empaña una elección tan cara como placentera.
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