Una de las mejores sidrerías para darse un excelente homenaje a base de pescados y mariscos de Primera División. Tienen barco propio.
Richard y su hijo Héctor aportan la autenticidad de un chigre asturianu. En ocasiones, nada más cruzar la puerta, el cliente se encuentra con una auténtica joyería de crustáceos de tamaño XXL: bugres, langostas, cigalas, centollos, percebes, quisquillas, ñocles…
También dominan los pescados más sabrosos del Cantábrico, con una amplia posibilidad de elección, en función de la rula y la temporada.
La preparación puede ser a la plancha, fritos, a la espalda o al horno con una elaboración sencilla que respeta el valor original del pez. Como, por ejemplo, con un leve toque de limón, patatas panadera y una ligera salsa.
Hay postres riquísimos. Recomendables el tatín de manzana confitada con helado de yogur o las milhojas de merengue con bola de helado de turrón.
Que nadie se engañe: la calidad del producto es extrema, así que hay que pagarlo.
El local cuenta con tres zonas: sidrería con barra y mesas, un comedor anexo a la vista y una terraza exterior para días de buen tiempo.
Se encuentra en Antromero, a medio camino, por la antigua carretera, de Candás y Luanco.
Es imprescindible reservar con suficiente antelación.
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